lunes, 17 de agosto de 2009

Micomicona, no...la casa de al lado

Instrumentos que suenan.

Jardín que intenta luchar contra el tiempo y el olvido,

olvida que se marchita.

Paredes desconchadas, roídas, 

de concreto intraspasable,

sostienen una sociedad.

Salones amplios,

luz que se cuela por  la ventana,

que descubre.

Cocina,

olor a criollo,

a desayuno, 

a maíz, mazorca, harina, arepa,

dulce y ácido;

papelón con limón.


Cocina de sombras,

se asoma la voz de una anciana,

cubierta de arrugas y experiencia

que te ofrece un poco de café caliente al caer la tarde.

 

Peldaños que llevan a algún lugar,

donde se encuentra el recuerdo de alguien.

Habitación en la que los sueños de otros se gestaron,

donde cobijaron sus temores.

Puertas que son ventanas,

para salir con sólo mirar.


Sillas con formas de cuerpos.

Mesa larga y pesada,

sola y con temple,

siempre lista para ser servida.


Lámpara que cuelgas de un techo que cubre y protege.

Aquí, en la casa de al lado...


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